La mirada del tigre (Rocky III)



Cuando tú y yo peleamos, tu mirada era la de un tigre, una auténtica fiera, tenemos que recuperar esa mirada”.
  Esa es la frase que usa Apollo Creed con Rocky Balboa en la tercera entrega de sus películas.


Cuando los dos púgiles pelean en el pasado, era Apollo el actual e intratable campeón de los pesos pesados y Rocky un novato aspirante al título.


¿Qué hace Rocky Balboa para poder ganarle? Entrenar mucho y muy duro, claro está, pero hay algo clave en su futuro éxito: la mirada. Su enfoque para ganar es total. Su mirada solo está puesta en lo que de verdad importa, sin distracciones, una mirada feroz hacia su meta.


Durante la historia se aprecia a un Rocky Balboa cada vez más desenfocado en su propósito, con el éxito subido y sin atender lo que antes era prioridad. Tanto es así que Clubber Lang, un joven y hambriento boxeador, pelea contra Rocky arrebatándole sin piedad su título de campeón. Junto a la dolorosa derrota, se añade también la repentina muerte de Micky, su entrenador, con el que había mantenido una larga historia profesional y sentimental que lo deja hundido, sin ánimos para nada y con una falta total de ambición.


Es con un Rocky totalmente sumido en el desánimo cuando entra en escena la figura de Apollo Creed, para convertirse en su nuevo preparador, brindándole la oportunidad de reconquistar lo perdido, de recuperar la mirada del tigre…


En uno de sus primeros entrenamientos, Rocky  totalmente apático, desea posponerlo para el día siguiente y es ahí donde Apollo acierta de pleno con una contundente frase: “Hoy es mañana, Rocky.”


A raíz de entender que no hay mejor momento que el presente, Rocky empieza a recuperar la vitalidad para volver a enfocarse en su objetivo, que solo le sirve el “aquí y ahora” para recobrar su feroz mirada. Esta dinámica es la que lo hace de nuevo merecido campeón.


Cuántas veces nos perdemos en el sufrimiento y la pena por no mirar, sin darnos cuenta de que la única vía para alcanzar nuestro propósito es afrontar lo que tenemos delante, que cualquier conflicto con facetas de nuestra vida, familiares, amigos, etc. Sólo se solucionan desde la mirada.


Mirar es el antídoto contra el victimismo, que nos enreda en un tormento sinfín por no atender lo que tenemos ante nuestras narices.


Por eso, hay que tomar consciencia de lo importante y comprender que solo tocando el dolor que produce mirar, será lo que nos haga subir el primer peldaño de la escalera. Hace falta coraje para todo ello, pero merece la pena estar alineado contigo mismo y no ser cautivo de tu propia prisión.


Tenemos que aprender a mirar, no hay excusas ni tiempo que perder porque “hoy es mañana”…



1 comentario

  1. Y mirarse a los ojos, como en la foto que has puesto. Rafael, me encanta este post, te sigo con mucha emoción y me sirven tus referencias cinematográficas por lo simbólico y didácticas que son. Gracias.

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