Lunes, cansancio, caos y desorden,
me tumbo en la orilla
y reposo el cuerpo porque
las piernas no me responden.
Llevo la mochila a cuestas,
el cielo sobre los hombros
y el Sol a rastras,
no quiero que
sus rallos no me estorben.
¿Y qué me dices de tu mirada?
Veo en tus pupilas la niebla
de una persona cansada,
pero aún así debo decirte
que por el universo eres amada.
A mí me da igual el cosmos,
yo vivo en el subsuelo
de tus pensamientos,
me he acostumbrado a
rebuscar ahí mis escasos sentimientos.
Ni sentido común ni razón,
no busques aquí a quien seguir
sino a un demente al que
por amor le va a explotar el corazón.
Corre ve y dile a tu alma
que te quieres rendir
a ver si la engañas,
que esa siempre te ve venir
con tu manida desazón.
No me como más el coco,
no me engaño más con
historias que me confunden,
que me marean y
me consumen poco a poco.
Si quieres venir conmigo
te invito al manicomio
donde vivo, no es ordenado
pero mantiene la maravillosa
cordura de un loco.
Y no te rías de mis sueños,
que no eres capaz de
despertar riendo cada mañana
y eso te cabrea
¿Me equivoco?
Suenan violines y clarinetes a lo
lejos,
serán mis mejores deseos
en este mundo o es que
simplemente dan un concierto
con instrumentos viejos.
En fin, mis cuerdas ya no
están afinadas, pero me apaño
con lo que tengo y no me quejo.
¡Que retumbe mi grito!
¡Que suene mi sonrisa!
Que se note mi presencia,
que quiero vestirme despacio
porque tengo prisa.
Si total, esta vida son dos días
y hay que vivirla,
pero que aún no baje el telón,
no me quiero despedir de ti
sin antes exprimirla.
¡Juega, canta y baila!
Déjate de cuentos de hadas
y céntrate en las brujas,
que son reales,
que haberlas haylas.
Creo que esto ya se acaba,
se cortan mis letras,
se cierra la tienda y
se terminan mis rebajas.
No vendo más a bajo precio
mis reflexiones y mis palabras
y compra a otro que te sonría,
que te regale el oído y
te seduzca mientras
te da gato por cabra.