El miedo

 


Escuché que el miedo es

un veneno silencioso

que repta por el alma

y no me lo quito de la mente,

no paro de darle vueltas,

me está arrebatando la calma.

 

¿De qué sirve temer al temor?

No tiene sentido arrastrar ese peso,

¿Merece la pena vivir junto a semejante impostor?

Resulta agobiante caminar a su lado,

resulta cuanto menos agotador.

 

Si te das por vencido 

te arrodillas a sus pies, 

en ese momento pierdes la partida, 

pierdes la certeza,

pierdes incluso el ser.

 

El miedo es un farsante, un teatrero tormento

que usa máscara porque su

verdadero rostro es el del sufrimiento.


Con cuánto respeto hay que

tratar su presencia, mirarlo de frente

y estar siempre atento.


Capaz de ayudarte con una mano

mientras que con la otra te apuñala

al mismo tiempo.

 

Te corroe el corazón si

 lo invitas y como un virus

te destruye poco a poco desde dentro.

 

Hay quien bebe de su fuente

desconociendo que

su daño aumenta despacio,

que se cuece a fuego lento.

 

Así que, tengamos presente

al amor, el único capaz de curar,

de silenciar su tedioso lamento.


De otorgarnos la fuerza más pura,

la de los cuatro elementos.

La que disipa la duda del corazón

y derriba sus profundos cimientos.


No hay otra vía que aferrarnos a él

y a la confianza propia dar juramento

para avanzar con firmeza,

que el Sol nos dé en la cara

y nos empuje siempre fuerte el viento.






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